El reto de hoy: la pérdida y el desperdicio de alimentos

Pérdida y desperdicio de alimentos: un problema al que se deben adaptar con urgencia las cadenas de suministro agroalimentarias modernas

Las Naciones Unidas celebran hoy, 29 de septiembre, el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos para subrayar los efectos que esto tiene en la humanidad y el medio ambiente, y destacar la importancia de crear sistemas alimentarios más resilientes. La pérdida y el desperdicio de alimentos ocurren a lo largo de toda la cadena de suministro de alimentos, desde el campo hasta el consumidor final, lo que hace que sea necesario que todos los componentes del sector tomen medidas.

A nivel mundial, aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia debido a las normas del mercado y por razones estéticas. Según el Índice de Pérdida de Alimentos (FLI, por sus siglas en inglés) de la FAO, alrededor del 14 % de la producción mundial de alimentos se pierde entre la etapa posterior a la cosecha y el punto justo antes de la venta al por menor. En 2019, se estimó que se generaron aproximadamente 931 millones de toneladas de desperdicio alimentario, procediendo el 61 % de los hogares, el 26 % de los servicios de alimentos y el 13 % del comercio minorista.

Las primeras etapas de la pérdida de alimentos

La “pérdida de alimentos” y el “desperdicio de alimentos” pueden ocurrir en cualquier etapa de la cadena de suministro de alimentos y se refieren a diferentes tipos de desperdicio; la pérdida de alimentos es la categoría más amplia, que incluye cualquier alimento que no se consume, desde el campo hasta la tienda, mientras que el desperdicio de alimentos es un subconjunto específico de la pérdida de alimentos: según el Servicio de Investigación Económica (ERS, por sus siglas en inglés) del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), el desperdicio de alimentos se define como "alimentos descartados por los minoristas debido al color o la apariencia, y restos de comida desechados por los consumidores".

Tal y como hemos mencionado, el desperdicio de alimentos comienza en las primeras etapas de la cadena de suministro; las granjas generan desperdicio debido a diversos factores, siendo los principales de origen biológico. Las plagas y enfermedades comienzan a afectar a las cosechas desde el inicio del ciclo de cultivo, mientras que los métodos inadecuados de tratamientos fitosanitarios, como fumigar excesivamente a las plagas, pueden afectar los niveles de aceptación de las especificaciones del producto para su comercialización. En esta etapa, y en cierta medida, la formación adecuada de los agricultores y el aprendizaje continuo de los métodos de cultivo sostenible y aplicaciones de cero desperdicio pueden ayudar a minimizar la pérdida y el desperdicio de alimentos en las primeras etapas.

La poscosecha: factores clave para preservar la cadena alimentaria

Después de la cosecha, se puede producir la pérdida de alimentos por métodos de almacenamiento inadecuados, condiciones de transporte y prácticas de manipulación incorrectas. No controlar la temperatura y una mala ventilación durante el tránsito puede provocar el deterioro, sobre todo de aquellos productos perecederos como frutas, hortalizas y productos lácteos. Los retrasos en la entrega aumentan significativamente el riesgo de pérdida de calidad, especialmente en productos de corta vida útil o cuyos envases son ineficaces. El transporte de alimentos introduce una brecha temporal entre las diferentes etapas de la cadena de suministro, desde la producción hasta el consumo. Durante este intervalo, existe un mayor riesgo de que los productos alimenticios perecederos se dañen o se pierdan debido a factores como el calor o el frío en exceso, la contaminación o los golpes físicos durante el transporte, lo que aumenta la pérdida de alimentos.

Los estándares del mercado fomentan la pérdida de alimentos

En cada etapa de la cadena de suministro de alimentos, los estándares del mercado contribuyen de forma significativa a la pérdida y el desperdicio de alimentos, afectando a agricultores, proveedores y consumidores. Las normas establecidas por la Unión Europea y otros organismos comerciales internacionales imponen umbrales estrictos para que los productos puedan entrar en el mercado.

Uno de los problemas comunes derivados de estos estándares es el rechazo de los "alimentos feos", productos que, aunque seguros para el consumo, no cumplen con los estándares estéticos ideales. Las forma, color o tamaño diferentes a menudo son rechazados, lo que provoca el desperdicio de alimentos perfectamente nutritivos. A nivel de producción, los agricultores pueden dejar hasta un 30 % de sus cultivos en el campo porque no cumplen con los estándares visuales requeridos para la venta.

Una llamada a la colaboración en la cadena agroalimentaria

Empezando por los marcos normativos, en la IAT-2023, la Comisión Europea anunció revisiones de las normas de comercialización para promover los productos agrícolas sostenibles y reforzar los criterios de sostenibilidad, teniendo en cuenta el impacto de estas normas en la pérdida y el desperdicio de alimentos. Además, algunas iniciativas empresariales están reutilizando los productos no deseados, ya sea vendiéndolos a unidades de procesamiento de alimentos o utilizándolos para crear nuevos productos.

Que no exista pérdida de alimentos requiere la cooperación de todos aquellos que forman parte de la cadena de suministro y ofrece ventajas como la reducción de los costes de producción, el aumento de la eficiencia del sistema alimentario, la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición, y la contribución a la sostenibilidad medioambiental. Wikifarmer apoya este movimiento promoviendo e intercambiando productos no comercializables con centros de transformación que los utilizan para producir mermeladas.