El aceite de oliva: Balance del año
La temporada 2023-24 ha sido difícil pero reveladora para el sector del aceite de oliva. Los precios alcanzaron máximos históricos debido a la sequía y al cambio climático, pero se espera un futuro prometedor con una cosecha abundante y una mayor estabilidad del mercado.
Con el inicio de la nueva campaña oleícola, los productores no han podido evitar sentirse desalentados por la pésima cosecha que obtuvieron el año pasaso debido a las condiciones que afectaron a sus olivares y convirtiendo la campaña 2023-2024 en una de las peores de los últimos 30 años.
El aceite de oliva, denominado por Homero "oro líquido", se ha visto en el centro de algunos de los asuntos más preocupantes de la industria alimentaria durante la anterior campaña. Los precios del aceite de oliva han batido récords en los dos últimos años y, la escasez de la oferta, la preocupación por la sostenibilidad y la escalada de los precios no han pasado desapercibidos; la temporada pasada del aceite de oliva ha sido testigo de una volatilidad sin precedentes y que ha despertado la atención sobre una crisis más profunda en la dinámica del mercado del aceite de oliva.
Durante la recolección de la aceituna
Esta crisis se atribuye principalmente a factores como el bajo rendimiento de las cosechas y la disminución de los volúmenes, el descenso de la calidad del aceite producido y los fenómenos meteorológicos extremos. Pero la raíz del problema tras esta elevada volatilidad parece residir en la compleja relación entre la oferta y la demanda. A punto de finalizar la campaña, resumimos las inquietudes mundiales sobre la sostenibilidad y la accesibilidad de este producto básico esencial, a la vez que miramos hacia delante, hacia unas perspectivas más prometedoras para la campaña 2024-2025.
El impacto del cambio climático
El cambio climático, el control de las exportaciones y el aumento de los costes de los fertilizantes en el último año han dejado un amargo sabor de boca. Los patrones meteorológicos erráticos, el aumento de las temperaturas y la sequía en la cuenca mediterránea han pasado factura, alterando los ciclos de crecimiento de los olivos y provocando una disminución de la producción y de la calidad de las aceitunas. "Las altas temperaturas durante la época de floración provocaron que las flores se quemaran, lo que se tradujo en un descenso del 80% en la producción de aceite de oliva con respecto a la campaña anterior", explica Panos Danatzis, productor griego de aceite de oliva y propietario de Socrates Olive Oil, que colabora con Wikifarmer.
Además de la mala temporada, explica que los productores han tenido que tomar decisiones difíciles. "Opté por dar prioridad a mis clientes de siempre y mantener los precios estables. Aunque muchos clientes nuevos se pusieron en contacto conmigo porque otros productores no disponían de aceite, no pudimos atender a la mayoría de ellos porque nuestras existencias de aceite de oliva se agotaron muy rápidamente". En cambio, España, el principal productor, ha conseguido alcanzar un total de 852.550 toneladas en agosto de 2024, a pesar de la limitada producción. "Los proveedores de aceite de oliva de todo el Mediterráneo han cambiado significativamente su forma de gestionar la escasez de suministro en estos momentos. Sin embargo, el impacto a largo plazo de estas condiciones climáticas extremas es preocupante; si estas tendencias continúan, podrían reconfigurar el mercado del aceite de oliva en los próximos años", afirma Miguel Colmenero, Director Comercial de Wikifarmer.
Demanda alta y fluctuaciones del mercado
Parece que, a pesar del descenso de la producción en las regiones ricas en aceite de oliva del sur de Europa, la demanda mundial se mantuvo alta durante toda la campaña. Como consecuencia de la reducida cosecha, los precios han subido más que en los últimos cinco años, y los del aceite de oliva virgen extra (AOVE) se han mantenido por encima de los 9 euros/kg hasta alcanzar niveles excepcionales. Sin embargo, los precios elevados no han disuadido a los clientes de comprar aceite de oliva, ya que el consumo medio mensual en España en 2024 alcanzó las 71.144 toneladas, un 3,60% más que las 68.627 toneladas consumidas mensualmente en 2023. En un año de cosecha normal, el consumo mensual medio de aceite de oliva puede rondar las 130.000 toneladas. Este año, a pesar de la subida de los precios, los consumidores fieles al aceite de oliva no se han dejado intimidar y han mostrado su fidelidad, prefiriéndolo a otros aceites vegetales por sus considerables beneficios nutricionales.
En julio de 2024, España redujo el IVA del aceite de oliva al 0% para paliar las presiones del mercado, con el objetivo de descomprimir la situación y hacer más accesible el producto. Mientras tanto, en Grecia, los productores han mantenido bajas las existencias para maximizar los beneficios, aunque la volatilidad del mercado ha hecho imposible identificar una tendencia clara para la campaña 2024-2025. En Portugal, se observaron signos positivos y una cosecha satisfactoria, lo que subraya la importancia del país en el mercado del aceite de oliva y permite anticipar una cosecha aún mayor para la próxima campaña. Por otra parte, Turquía tomó la valiente medida de prohibir las exportaciones de aceite de oliva a granel en agosto de 2023 para hacer frente a las fluctuaciones de los precios y proteger las ventas internas, lo que provocó que una cantidad significativa de aceite de oliva no llegara nunca al mercado.
Las normas comerciales en tela de juicio
Para adaptarse al nuevo panorama, los operadores del sector del aceite de oliva están cambiando su manera de actuar. Antes, los compradores de las grandes cadenas de distribución, empresas de restauración, importadores y mayoristas esperaban precios estables durante todo el año y los contratos a largo plazo eran la norma. Esta había sido la «regla general» en el comercio del aceite de oliva durante años. Sin embargo, en los últimos cuatro años, y sobre todo en los últimos 18 meses, las cosas han cambiado radicalmente. Los compradores profesionales se están volviendo inevitablemente más flexibles y se están acostumbrando a las fluctuaciones de precios sin oponer demasiada resistencia. Los compradorefs minoristas también parecen mostrar cierta comprensión a la hora de adaptarse a la nueva realidad.
Reflexionando sobre esta dinámica del mercado, Manos Kokkinelis, productor de aceite de oliva ecológico bajo la marca Seven Olea, realiza otra observación: «El alto precio del aceite de oliva, junto con la inflación, está creando un terreno fértil para una creciente demanda de productos de marca blanca y alternativos». Danatzis confirma que una de las consecuencias principales de la fuerte subida de precios es que muchos consumidores griegos se han decantado por aceites alternativos.
Previsiones
Los proveedores de aceite de oliva pueden ver la luz al final del túnel, ya que las previsiones para la campaña 2024-2025 apuntan a un aumento de la producción de alrededor del 18,5%, hasta los 2,7 millones de toneladas, con España contribuyendo con el 45,5% de la producción esperada. La situación parece favorable porque se espera una cosecha abundante, lo que se traduciría en un aumento de la oferta con respecto al año pasado y, en última instancia, en precios más bajos a medida que el nuevo aceite se abra paso a través de la cadena de suministro.
Según el análisis de Wikifarmer, los principales países productores de aceite de oliva esperan obtener mayores cosechas este año, y España y Túnez prevén aumentos significativos del 47% y el 28% respectivamente. Italia, por el contrario, se enfrenta a graves dificultades debido a la sequía en sus principales zonas de producción y a los efectos de la bacteria Xylella fastidiosa.
El cambio climático es real, y resulta extremadamente difícil predecir la producción y la calidad del aceite de oliva de la próxima campaña. Manos Kokkinelis sostiene que "Plantar a mayor altitud y repartir los olivares puede ayudar a paliar el fenómeno de la vecería". Sin embargo, Panos Danatzis propone alternativas para adaptarse a la nueva realidad: "Por primera vez, este año hemos experimentado con el uso de caolín en algunos árboles para protegerlos del estrés térmico".
Reflexiones finales y perspectivas
A medida que el mundo del aceite de oliva comienza a estabilizarse, las lecciones aprendidas de la campaña 2023-2024 deberían servir de referencia para el futuro del sector. Desde los olivares del sur de Europa hasta el mercado mundial, debemos trabajar juntos para construir un sistema alimentario más sostenible, equitativo y resistente. "También es esencial una formación continua en buenas prácticas y métodos sostenibles de producción de aceite de oliva, sobre todo en las almazaras. También son necesarias inspecciones periódicas de los procedimientos para mejorar la calidad y la transparencia en el sector del aceite de oliva», explica Manos. Garantizar que productos básicos como el aceite de oliva sigan siendo accesibles requerirá un esfuerzo conjunto de todas las partes implicadas, poniendo el cambio climático en el centro de la cuestión.